Se bendijo el primer santuario de Schoenstatt en el Congo: «Están acostumbrados a luchar en medio de dificultades, pero no pierden la esperanza»

El 8 de septiembre de 2024, se bendijo el primer Santuario de Schoenstatt en la República Democrática del Congo, situado en el «Monte Sión Bula» en Uvira. El evento contó con la participación de sacerdotes, miembros de la familia de Schoenstatt de diversas ciudades del Congo, delegaciones de Tanzania, Kenia y Burundi, y una multitud de entre 2.500 y 3.000 peregrinos.

La ceremonia fue presidida por Monseñor Honoré, Vicario General de Uvira, y el Padre Alexandre Awi Mello, Superior General de los Padres de Schoenstatt. La celebración clausuró el año jubilar del Movimiento en el Congo, con cantos en varias lenguas, una procesión de 60 sacerdotes y discursos llenos de gratitud y esperanza para la transformación del país según los valores del Evangelio.

Conversamos con el P. Claudio Jeria, miembro de nuestra comunidad que estuvo 27 años sirviendo en África y conoce muy bien la situación del Congo.

¿Podría contarnos un poco sobre la presencia de Schoenstatt en el Congo?

El Movimiento de Schoenstatt en el Congo se ha extendido principalmente en la parte oriental del país, en ciudades cercanas a la frontera con Burundi. Estamos presentes en cinco ciudades importantes de sur a norte: Lubumbashi, Uvira, Bukavu, Goma y Butembo. En Uvira es donde acaba de bendecirse el primer Santuario, lo que sin duda será un hito muy significativo en el desarrollo del movimiento local.

¿Cómo describiría el espíritu de la familia de Schoenstatt en esta región?

Es una familia muy dinámica y comprometida, llena de esperanza. A pesar de las dificultades económicas y sociales, hay un gran anhelo de seguir al Padre Kentenich, con el deseo de construir un mundo más justo, libre y solidario. En Uvira, por ejemplo, donde se acaba de bendecir el nuevo santuario contamos con aproximadamente 1.100 miembros, distribuidos en 18 parroquias y otras diferentes sedes. Es inspirador ver cómo, a pesar de los muchos obstáculos, continúan luchando y avanzando. 

Espero que con este nuevo santuario más personas puedan sumarse a esta misión.

¿Podría profundizar en las condiciones en las que viven y cómo se sostienen como comunidad?

Las condiciones económicas son muy precarias. Sin embargo, hay un fuerte sentido de responsabilidad y solidaridad entre los miembros. Por ejemplo, las familias encargadas de la economía y la cocina para eventos importantes se auto-financian, lo que es un sacrificio considerable dado el contexto. 

Otro ejemplo es la infraestructura. Las condiciones de las carreteras son pésimas, y cada vez empeoran. Es frustrante ver que, aunque algunos edificios mejoran, las calles no han cambiado. Esto refleja una gran indolencia de las autoridades. A menudo decíamos que el lema era: «Arréglatelas como puedas». A pesar de esto, la gente llega a la parroquia para participar, aunque a veces les toma mucho esfuerzo debido a las dificultades de transporte.

¿Cuál diría que es la mayor fuente de esperanza para ellos?

Creo que la mayor fuente de esperanza es su fe y la comunidad misma. Están acostumbrados a luchar en medio de dificultades, pero no pierden la esperanza. Saben que, con el esfuerzo colectivo y siguiendo los principios de Schoenstatt, pueden contribuir a una sociedad mejor. Lo más hermoso es ver cómo, con muchos sacrificios, ellos siguen adelante con alegría y dedicación.

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