Como María, llenos de Dios y con los ojos abiertos

     *Columna del P. Roberto Navarro sobre la misa de clausura del Jubileo 75 del 31 de mayo. Publicada originalmente en la edición de junio de la Revista Vínculo.

     “¿Qué sería Chile? ¿Qué sería de Santiago, que sería esta zona sin este santuario? ¿Qué sería de nuestra patria sin tantos laicos extraordinarios que he tenido la gracia de trabajar con ellos?”. Con estas palabras dio inicio a la homilía de clausura del Jubileo el arzobispo de Santiago, Mons. Fernando Chomalí y, me parece, son una buena síntesis, no sólo de lo vivido en esos días de gracia, sino también nos marcan un sentido, nos muestran un camino a recorrer, una orientación certera de cómo seguir viviendo y proyectando la misión que hemos recibido en el Santuario Cenáculo de Bellavista. Estoy seguro de que la fecundidad del encuentro la iremos recogiendo mucho más adelante, no ahora. En este momento estamos todavía bajo el impacto del encuentro con tantos hermanos de alianza, venidos de lugares tan diversos como Portugal, Bolivia, Alemania, EEUU y, al mismo tiempo, experimentar esa profunda comunión interior. Muchos todavía no salen del asombro de aquel viento suave y fresco que movió aquellas hojas teñidas de amarillo y rojo intenso, junto al santuario, en el momento de la entronización de la Cruz de la Unidad. Fue el momento del Espíritu. Por ahora es bueno seguir saboreando lo vivido. Los videos de YouTube nos pueden ayudar mucho para eso.

     Sin embargo, es inevitable que nos preguntemos por el camino hacia adelante. Don Fernando Chomalí en su homilía dijo: “María está llena de Dios, embarazada de Dios, Jesucristo. Y su primera actitud es el servicio… María tiene también una gran sensibilidad para lo que acontece en el mundo. Nuestra espiritualidad es encarnada”. Dicho de otro modo: llenos de Dios, miramos la realidad y la transformamos. Pienso que unos de los regalos de este Jubileo es haber recibido esa confirmación del carisma profético que hemos recibido y que, en cierta medida, hemos ido ya encarnando en distintas situaciones. Por ejemplo, cuando escuchamos decir que 31 de mayo es cultura del cuidado, es cuidar de otros, es cuidar con pasión, como lo hizo la Hna. Alfonsia, quien cuidó a los más pobres de la parroquia, especialmente de la catequesis.

     ¿Qué hemos descubierto de nuevo en este Jubileo? Quizás no muchas ideas nuevas, pero si hemos ganado una convicción: la realidad nos interpela, el tiempo nos habla, como le gustaba decir a nuestro fundador, y él tiempo ha moldeado personas concretas, comunidades y organizaciones de nuestra Familia que, como María, han respondido creativamente, en la medida que se han dejado inundar por la presencia del Espíritu Santo en su interior. Han sido verdaderos Cenáculos Vivos y desde él han sabido plasmar el rostro de un mundo nuevo, un mundo más familia, un mundo de vínculos más cálidos y sanos.

     Algo magistral de este Jubileo fue el número de Talleres, tan distintos todos: música, deporte, pedagogía, lectio divina, servicio público, etc. Y, sin embargo, una sola alma: cultura de la alianza en todos. Cada uno de ellos fue una puesta en escena del 31 de mayo en concreto. Por eso, como María dejémonos habitar por Dios y abramos bien los ojos.

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